Tendencias de la Industria Energética
Las modernas tecnologías renovables progresan con mayor celeridad, sobrepasando el gas a partir de 2010 como segunda fuente principal de electricidad, después del carbón. Gracias a la reducción en los costos como consecuencia de la maduración de las tecnologías de energías renovables, de existir precios más elevados de los combustibles fósiles, y dada la aplicación de vigorosas políticas de apoyo, las industrias de energías renovables tendrán la posibilidad de prescindir de subvenciones y alcanzar una la mayor difusión. Si se excluye la biomasa, las fuentes de energía renovable no hidráulica – energía eólica, solar, geotérmica, maremotriz – crecen en conjunto en todo el mundo más que ninguna otra fuente, a un promedio del 7.2% anual en el periodo considerado en las proyecciones.
La mayor parte del aumento se produce en el sector eléctrico: la proporción de las fuentes de energía renovables no hidráulicas en la producción eléctrica total crecen del 1% en 2006 al 4% en 2030. La producción hidroeléctrica aumenta aunque su contribución al total de la generación de electricidad cae en dos puntos porcentuales, al 1.4%. En los países de la OCDE, la producción de electricidad a partir de energías renovables aumenta más que la producción eléctrica de origen fósil y nuclear conjuntamente.
Algo más de la mitad de la inversión mundial en energía proyectada para el periodo 2007 – 2030 se destina simplemente a mantener el suministro en sus niveles actuales: de aquí a 2030 será preciso reemplazar buna parte de la infraestructura de suministro mundial de petróleo, gas, carbón y electricidad existente actualmente. Para garantizar un clima de estabilidad necesario para la inversión futura en infraestructura en suministro de energía, habrá que concluir urgentemente las negociaciones para un acuerdo internacional en la lucha contra el cambio climático e identificar rápidamente sus repercusiones para las políticas nacionales. Estas proyecciones se basan en una hipótesis de precio medio del petróleo bruto, importado en los países de la Agencia Internacional de Energía, de 100 dólares por barril – en dólares de 2007 – a lo largo del periodo 2008 -2015, y supera los 120 dólares en 2030.
Por otro lado, el petróleo disponible en el planeta es todavía suficiente para permitir el aumento en la producción previsto más allá de 2030 en el escenario de referencia. Se calcula que las reservas mundiales probadas de petróleo y de líquidos de gas natural oscilan entre 1.2 y 1.3 billones – incluyendo 200,000 millones de barriles de barriles de petróleo no convencional-. Las reservas casi se han duplicado desde 1980 y son suficientes para abastecer al mundo con petróleo durante más de cuarenta años al ritmo actual de consumo. Aunque la mayor parte del aumento de las reservas procede de una revisión de las previsiones efectuadas en la década de 1980 en los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo – OPEP – y no de nuevos descubrimientos, se han producido aumentos moderados desde 1990, pese al incremento del consumo. En promedio, el volumen anual de petróleo descubierto ha sido superior desde el año 2000 al de los años de la década de 1990, gracias a la intensificación de las exploraciones y al progreso tecnológico, aún cuando la producción sigue excediendo los descubrimientos – no obstante algunos hallazgos recientes de considerable magnitud, por ejemplo, en aguas profundas de Brasil-.
Al tener en cuenta todas las incertidumbres subrayadas en el informe, se puede asegurar que el panorama energético, se puede asegurar que el panorama energético en el mundo será en 2030 muy diferentes del actual. El sistema energético mundial experimentará una transformación, pero no necesariamente de la manera en que sería deseable. Puede confiarse en que se manifestarán algunas de las tendencias señaladas en este estudio: la creciente influencia de China, India, Oriente Medio y otras regiones que no integran la OCDE en los mercados de energía y en las emisiones de dióxido de carbono, la posición cada vez más dominante de las empresas petroleras nacionales y el surgimiento de las tecnologías energéticas de baja emisión de carbono. Aunque los desequilibrios del mercado pueden provocar reducciones temporales de los precios, es cada vez más evidente que la era del petróleo barato ha llegado a su fin. Está al alcance de todos los gobiernos, tanto de los países productores como de los consumidores, el emprender una acción individual o colectiva destinada a dotar al mundo de un sistema de energía más limpio, más inteligente y más competitivo. 2