La política ambiental en el nuevo México
México ha decidido cambiar el rumbo de su historia votando masivamente y mayoritariamente por una opción de gobierno que se gestó apenas hace cuatro años. El Movimiento de Regeneración Nacional ha obtenido una victoria histórica no solamente en la Presidencia de la República, sino también en las cámaras, en la capital del país y en cuatro entidades federativas, además de muchos municipios, congresos locales, regidurías y concejales. Esta reconfiguración del poder político implica también la recomposición de las prioridades en las agendas gubernamentales.
En el último lustro, tanto en la capital del país como a nivel nacional, la inseguridad, la corrupción y el empobrecimiento acelerado de gran parte de la población, se han colocado como las prioridades más altas. Todas las demás agendas van bajando en jerarquía ante un contexto de violencia, impunidad y crisis económica. La agenda ambiental, que resulta transversal y prioritaria para el desarrollo económico y social del país, ha ido perdiendo relevancia en todos los órdenes de gobierno ante la inminente necesidad de atender esos otros problemas urgentes.
Sin embargo, la calidad de vida de la población está intrínsecamente ligada a la situación ambiental. Más allá de los efectos del cambio climático, o de obras específicas de infraestructura, la pérdida en la disponibilidad de agua, la contaminación atmosférica, la proliferación de basura de los espacios públicos y naturales, y la explotación irracional de los recursos naturales por las actividades productivas, son factores que tienen un impacto directo en las condiciones de vida de miles de personas, y que están directamente relacionados con la salud y el bienestar colectivos.
Por ello, la política ambiental debe tener un rol estratégico en la nueva agenda política de México. Nuestro país está sobre diagnosticado y sobre regulado en materia ambiental, mientras carecemos de indicadores precisos de avance en los objetivos ambientales, de políticas públicas de vanguardia, y de un funcionariado a la altura de las exigencias nacionales para proteger la salud de los habitantes, de los ecosistemas y el equilibrio planetario.
Las nuevas administraciones tienen ante sí retos inmensos. En lo que respecta a la agenda ambiental, es importante analizar con cuidado las estructuras administrativas de gestión ambiental para hacerlas más eficientes y compactas, al mismo tiempo en que se fortalecen las capacidades institucionales y los presupuestos, que se han visto sensiblemente disminuidos en esta administración. México necesita una nueva política para la gestión integral del agua, para promover la separación de los residuos e incentivar el reciclaje de los materiales y no su incineración; necesita una política de inspección y vigilancia audaz que garantice el cumplimiento de las leyes y sus reglamentos, y requiere proteger sus ecosistemas terrestres y marinos, así como la biodiversidad, como los grandes tesoros nacionales que son, y como patrimonio que incluso en varios sitios es considerado de la humanidad entera. A nivel local, las ciudades requieren una gran revolución en la movilidad, en la recuperación de los espacios públicos, en materia de eficiencia energética y en la construcción de comunidades equitativas y resilientes.
Estos nuevos enfoques abren enormes oportunidades para los profesionistas ambientales, para las organizaciones sociales y para el sector privado. Elevar la jerarquía de la política ambiental puede ofrecer opciones de desarrollo económico y social relevantes para el país, no solamente para la creación de nuevas compañías dedicadas a los temas ecológicos, sino también para la gestación de nuevas empresas sociales que ofrezcan a las comunidades opciones de desarrollo compatibles con la conservación de su entorno. La innovación tecnológica contemporánea está haciendo económicamente rentables muchos nichos que anteriormente no tenían viabilidad: las energías renovables, el reciclaje, los nuevos materiales orgánicos, el ecoturismo y la movilidad eléctrica, son solo ejemplos de esta nueva realidad. A estos nuevos escenarios hay que agregarles condiciones favorables para que puedan germinar ideas, emprendimientos y políticas públicas que nos garanticen un futuro sostenible.